Reseña del nro.8 de PROXIMA

Les pego a continuación la reseña publicada por Adrián Paredes en su blog: http://polaroidsdelfrasco.blogspot.com/


Gracias, Adrián :-)

Próxima 8: El Miedo a los Límites

Terminé de leer el número de diciembre de Próxima y sentí que era mi obligación escribir una reseña sobre ella. Habitualmente termino de leer la revista, la guardo en su folio echando miradas recelosas a todos lados y la apilo con sus hermanas, en su placard, donde sueño con que se mantengan intactas por el resto de la eternidad, inmunes al paso del tiempo y a la enfermiza digitalización de la materia. Siempre me digo que estaría buenísimo tratar de describir las emociones que me asaltaron leyendo cada una de ellas, pero los días pasan y la rutina aplasta mis deseos, y sólo me queda enterrar con egoísmo todas esas maravillas donde nadie las pueda turbar.


Pero la editorial de Laura Ponce de este número habla de todo lo contrario. La ciencia-ficción es el género de los límites. Siempre da miedo cruzar los límites. Cruzar los límites implica cambiar, cambiar para adaptarse. El mundo entero está en constante movimiento, siempre cambiando, a una velocidad que se acelera de forma vertiginosa, precipitándose a la singularidad tecnológica que probablemente implique cruzar un nuevo límite.

Quien no cambia envejece. ¿Es malo envejecer? No, para nada. Pero sí es malo que envejezca el alma. Por eso la ciencia-ficción apasiona primero a los jóvenes, primero a los chicos, porque son aquéllos a quienes las pobrezas del mundo todavía no han afectado. Es difícil mantener la mente abierta. Parece que crecemos y muchos creen que la ciencia-ficción queda allá lejos, en la juventud, cuando en realidad lo que pasa es que ya no aceptan un género que fue y siempre será revolucionario, y que asimila el cambio como parte esencial del ser humano, como parte esencial de la evolución.

Sin más preámbulos y con la maravillosa chica Próxima a la que Laura Ponce nos tiene acostumbrados en su editorial (esta vez del trazo de Víctor Hugo Bertero), paso a reseñar cada uno de los cuentos de este fantástico número.

TODOS NOSOTROS, ZOMBIES
Luis Saavedra

Interesante reflexión sobre qué significa estar vivo y qué muerto. Una cucharada de Blade Runner, otra de Surrogates y esos fantasmas de la máquina que llamamos alma cuando estamos inspirados. Con momentos portentosos como el de la singularidad y el sublime paisaje de Santiago al final, una ciudad de muertos llenos de vivos en nichos de conexiones de 1 Tbit. Tal vez William Gibson, el dios eléctrico, haya abandonado la ciudad pero el cyberpunk sigue coleteando con sus estertores rabiosos en la prosa poética del chileno Luis Saavedra.

FOTOGRAFÍAS BLANCO Y NEGRO
Miguel Sardegna

Como en un capítulo The Twilight Zone, como en un Otro Día en el Planeta Tierra (perdón por la desubicada autorreferencia), aparece el viejo librero Ahab, perdón, Miguel Sardegna. Los libros se desordenan solos, dice el Capitán a través de las palabras de Borges. Los libros y las historias, y las fotos, y el pasado. El siglo XX desparramado en la alfombra, anacrónico, contando historias imposibles, sensuales, que ya no volverán más. Y sin embargo todo vuelve, en las manos de otro heredero, de otro coleccionista de historias mínimas, infinitas, inmortales.

LA VISIÓN DEL PARAÍSO
Pablo Dobrini

El anciano cruza el cielo pedaleando la enorme bicicleta; corta las sogas y los regalos caen sobre el continente de los incivilizados. Una suerte de Da Vinci, Papá Noel, Dios; demasiado imperfecto para ocupar el lugar de cualquiera de ellos. A veces siente miedo, a veces fatiga, mientras los años se suceden sin rótulos como el tiempo infinito de todo misántropo, el tiempo que deja de ser contado. Cuando las décadas pasan sin ser nombradas, cuando se consagra la vida al estudio de la vida, a la reflexión y a la soledad en una isla alejada, todo puede suceder. Es como abrir una caja cerrada por antepasados que no comprendían lo que guardaban; de pronto esa caja se abre y nos damos cuenta de que seguimos sin comprender, a pesar de la civilización, a pesar de la tecnología.

El paraíso, esa visión renacentista odiada y amada, buscada en secreto por el hombre moderno, es el hogar de monstruos que no podemos abarcar, horrores que no podemos soportar. También, por qué no, bellezas sobrecogedoras, sexo carnívoro y misterios imposibles de resistir. Están los miedos de la infancia, y la subordinación a esos miedos. Está el azul, azul brillante, el color celestial desde siempre. Y cuando parece que el Da Vinci de Dobrini va a alcanzar la epifanía, un resplandor helado vuelve a cerrar la caja, de golpe, para que volvamos al mundo donde hasta los segundos se cuentan con exagerada contumacia.

PASO A PASO Y PERFECTA
Entrevista e Historieta

Desde el número 4 con Hambre Blanca, la revista comenzó a incluir una historieta completa, autoconclusiva, más o menos en el medio de los ejemplares. Si a esto le sumamos que la entrevista de Laura Ponce está relacionada con la historieta, como lo fue en el número anterior dedicado a Salvador Sanz, tenemos un cóctel explosivo. Esta vez le toca el turno al guionista, escritor, redactor publicitario, editor y gerente de producción, Alejandro Farías. Farías es autor de novelas como La Edad del Sueño y novelas gráficas como La Fábrica.

Co
mo siempre, parece que Laura Ponce de verdad se divirtiera haciendo las entrevistas. Para nosotros, los lectores, es un placer conocer a nuevos artistas relacionados con la ciencia-ficción.

Perfecta, la historieta con guión de Alejandro Farías y dibujos de Leo Sandler, viene del mundo de la novela negra. Los dibujos son muy agradables y oscuros y la prosa muy fluida. Sorprendente.


EL LOCO DE LA COLINA
Ricardo
Giorno

El ser humano conserva aún hoy una pasión tabú por lo salvaje. Cuando vemos documentales donde depredadores brutales capturan a su presa y la despedazan sentimos emociones encontradas, pero nos excusamos pensando es la ley de la selva y entonces miramos tranquilos. De ese salvajismo habla El Loco de la Colina implícita y explícitamente cuando cuenta de la comida en las ciudades zengra, donde la muerte, la sangre, el horror llegan ya procesados en un producto.

No todo en esta historia es salvajismo en estado más puro porque por Prompot también pasó la mano del hombre, contaminando las especies con enfermedades alienígenas tan extrañas como la risa, el erotismo... la locura.

Para recordar que en el fondo las ciudades siguen siendo fantasías, fantasías erigidas sobre sangre, y lo que predomina en la evolución natural es la fortaleza bruta.


EL PUEBLO
Hernán Domínguez Nimo

El número cierra con un relato más cercano a la novela corta que al cuento largo. Leo es un astrónomo que trabaja hace casi un año en el observatorio El Leoncito, ubicado en el extremo sudoeste de la provincia de San Juan, en la localidad de El Barreal. Llegó de la Capital para liderar un proyecto de varias personas, pero de forma gradual los recortes presupuestarios lo dejaron solo. Trabaja en lo que soñó toda la vida: un proyecto SETI de búsqueda de inteligencia extraterrestre. Como la Ellie de la novela de Carl Sagan rastrea el cielo en busca de señales de otras civilizaciones con la ayuda de una granja de antenas superpoderosas de la NASA.

La historia comienza cuando el sincronizador secuencial de las antenas se descompone y el teléfono más grande del mundo queda fuera de servicio. Desde allí una serie de acontecimientos llevan a enfrentar al astrónomo contra las amables personas del pueblo del Barreal. Estamos frente a un relato muy ameno de misterios e intrigas, donde lo imposible puede suceder. Por momentos un poco trillado, aunque se agradecen las referencias a la cultura pulp y a las películas norteamericanas de clase B.

La redacción resulta atrapante desde el comienzo. Con un final digno de película de Shyamalan. La ambientación es realmente muy buena. El acierto más destacable de este relato con mayúsculas, más allá de si por momentos cae en lugares comunes, es la agilidad de, valga la redundancia, el relato. Cuenta con la ventaja de la extensión (aunque esta ventaja podría haberse convertido rápidamente en desventaja; todos sabemos que la extensión es un arma de doble filo), donde hay tiempo suficiente y párrafos de sobra para introducir al lector en el personaje, mediante flashbacks, y en el escenario, mediante descripciones muy naturales del desierto de San Juan, de la gente humilde y generosa del pueblo y de las rutas argentinas como único flujo sanguíneo y escapatoria para un lugar donde el tiempo se detuvo hace décadas. La descripción de la pulpería y del observatorio y del desierto nos convence de que Nimo realmente estuvo ahí, realmente fue parte del proyecto SETI, realmente buscó vida en las estrellas de todos los cielos nocturnos de El Leoncito.

Llegando al final de esta reseña, concluyo con una mención de lo que para mí fue el mejor cuento y la mejor ilustración de este número:


MEJOR RELATO: El Loco de la Colina, de Ricardo Giorno.
MEJOR DIBUJO: el de Augusto Belmonte para La Visión del Paraíso.


Publicado por Adrián Paredes, el domingo 16 de enero del 2011

http://polaroidsdelfrasco.blogspot.com/2011/01/proxima-8-el-miedo-los-limites.html

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